San Óscar Arnulfo Romero: Profeta del Reino y Testigo de la Verdad

 El 24 de marzo de 1980, San Óscar Arnulfo Romero entregó su vida como testimonio radical del Evangelio. A 45 años de su martirio, su voz sigue resonando en la Iglesia y en el mundo como un llamado a la coherencia entre fe y justicia. Su legado, plasmado en sus cartas pastorales y discursos, no es solo un testimonio del pasado, sino una guía para la misión eclesial en la actualidad.  


Una Iglesia al Servicio del Reino


Desde el inicio de su ministerio episcopal, Monseñor Romero tuvo una clara comprensión de la Iglesia como sacramento del Reino. En su primera carta pastoral, "La Iglesia de la Pascua", señaló que la comunidad eclesial debe encarnar el dinamismo pascual de Cristo: una Iglesia que no se repliega en sí misma, sino que se ofrece como signo y agente de transformación social.  


Esta convicción lo llevó a asumir una opción preferencial por los pobres, no como una postura ideológica, sino como una exigencia evangélica. En su discurso en la Universidad de Lovaina (1980), afirmó que *"la dimensión política de la fe"*, lejos de reducirse a militancia partidista, implica el compromiso con la dignidad humana y la justicia social.  


El Martirio como Culmen del Discipulado 


La radicalidad de su testimonio lo llevó a afrontar la persecución y, finalmente, el martirio. Su asesinato mientras celebraba la Eucaristía es un signo elocuente de su identificación con Cristo, el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Como expresó en su última homilía: "El que se entrega por amor a los demás, como lo hizo Cristo, vivirá".  


La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos. En este sentido, Monseñor Romero sigue vivo en la memoria de la Iglesia, no solo como un recuerdo, sino como una interpelación constante a vivir una fe encarnada y comprometida con el Reino de Dios.  


Desafíos Actuales: La Vigencia de su Mensaje 


En el contexto eclesial y social actual, la enseñanza de Monseñor Romero sigue siendo un referente para la pastoral. Sus cartas pastorales nos recuerdan que la evangelización no puede desligarse de la realidad concreta del pueblo, que la Iglesia debe ser un espacio de esperanza para los más vulnerables y que la opción por la justicia es inseparable de la fidelidad a Cristo.  


Como agentes de pastoral, catequistas , animadores de comunidad,estamos llamados a dar continuidad a su misión, anunciando con valentía la Buena Nueva y denunciando todo aquello que atente contra la dignidad de los hijos de Dios. A 45 años de su martirio, el testimonio de San Óscar Arnulfo Romero sigue siendo una luz profética que nos invita a la conversión y al compromiso con la construcción del Reino.  


San Óscar Arnulfo Romero, profeta y mártir, intercede por nosotros.



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